Cuando conocemos la gracia de Dios en verdad, (Colosenses 1:6), ella transforma nuestras vidas. Nos da un corazón nuevo, que ansía cumplir la voluntad de Dios.
No nos contentamos con ser cristianos de nombre. Nos hace cristianos que poseemos. Dios dio la tierra de Canaán a los hijos de Israel, pero tuvieron que conquistarla y poseerla.
Dios nos ha bendecido con toda clase de dones espirituales en esferas celestiales en Cristo (Efesios 1:3), pero debemos aceptar y recibir lo que Dios nos ha dado. Una persona puede tener una fortuna en el banco, pero de nada le sirve si no la usa.